lunes, 1 de marzo de 2010

EN BUSCA DE LA FELICIDAD

EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Sonó el despertador, eran las 6 de la mañana, otro día más de duro trabajo y cansancio. “¡Nadia!” Oí la voz de mi madre. Me esperaba para recoger la cosecha y así poder venderla en el mercado por algunos euros. De todos los trabajos cotidianos, este era el más duro ya que en Rumanía la tecnología no está muy avanzada y una familia como la mía no disponía de los medios económicos necesarios para permitirnos ese lujo.
El día fue agotador por lo que me fui pronto a la cama. La cosecha estaba llena de barro por la fuerte tormenta de días anteriores pero debido a la sequía de todo el año, no fue muy productiva y apenas sacamos beneficios.
Pero no es esto lo que me inquietó esa noche, sino una carta que recibí unos días antes y que no me dejaba dormir desde entonces. En ella me proponían un viaje a España muy barato y me ofrecían trabajo y domicilio al llegar allí durante tres años. No sabía qué hacer, la oferta era tentadora ya pesar de que extrañaría a mi familia les podría enviar dinero todos los meses.
Después de haberlo analizado todo con detenimiento, decidí llamar al número que figuraba en la carta. Me aclararon las condiciones y acordamos que llegaría a España en dos semanas. Mi viaje sería en avión. Estaba ilusionada, nunca antes había subido a uno.
El viaje fue muy ameno, el avión no estaba nada mal y al llegar al aeropuerto me recogieron. Estaba un poco asustada por lo que podía encontrarme y además por no conocer el idioma de este país. Me llevaron a una gran casa donde había mas mujeres de otros países que parecían trabajar allí. Me llamó la atención sus ropas, demasiado escotadas y estrechas, por no hablar de sus faldas, muy cortas y de colores llamativos. Otras sin embargo llevaban vestidos elegantes pero igualmente llamativos ya que gran parte de su cuerpo quedaba al descubierto. Pensé que formaría parte de su uniforme, no había por qué alarmarse.
Después de 20 minutos de espera, me llevaron a un despacho, me dieron unas ropas, parecidas a las de las demás chicas con las que había estado anteriormente y me dijeron que mi primer cliente me esperaba en el hotel 'Rouseau' en dos horas. Les pregunté cual era mi misión y ellos me dijeron que me dejara llevar, que el hombre que me esperaba me informaría. También me dijeron que no pusiera oposición y que hiciera todo lo que el me dijera.
Llegué al hotel y busqué con la mirada alguna señal que me indicase quien era el señor que me esperaba. No me costó mucho encontrarlo, estaba sentado en un cómodo sillón de piel mirándome de forma despectiva. Se trataba de un alto ejecutivo, que vestía traje de chaqueta. Pero lo que más me llamó la atención fue el enorme puro que estaba fumando. Me acerqué a él tímidamente y con voz insegura le dije “¿me estaba esperando?”. No respondió, apagó el puro, sacó de su bolsillo unas llaves y me condujo a una habitación. Nada más llegar me dijo que me quitara la ropa, yo asustada obedecí. Entonces descubrí de que trataba mi trabajo.

Al cabo de unas horas salí del hotel con un fajo de billetes en mi bolsillo. Aturdida pensé en escapar y dejarlo todo, pero el recuerdo de mi familia hundida en la miseria me lo impidió. Regresé a la casa y le entregué a mi jefe el dinero. El me dijo que muy bien, que si seguía así mi sueldo aumentaría.

Esta ha sido mi vida desde que llegué a España hace ya 2 años. El vender mi cuerpo por un dinero que ni siquiera llego a ver me ha llevado a sentirme sucia, humillada y a dejar de valorarme como persona y como mujer. Lo único que me mantiene fuerte es el recuerdo de mi familia.

Durante todo este tiempo he convivido con muchas chicas que se encuentra en situaciones parecidas a la mía. Nos apoyamos en medida de lo que podemos. Todas hemos sido engañadas. Nos prometieron una vida mejor y esto es lo menos parecido a vivir.

Cuando creí que ya nunca saldría de este sitio me fijé en que se habían quedado la puerta abierta. Corriendo y con disimulo yo y otras compañeras nos atrevimos a escapar. Estábamos ya contentas por el buen resultado de esta hazaña cuando vimos que un coche torcía la esquina, ¡Eran ellos! Nos devolvieron a la casa y nos castigaron con más horas de trabajo, no nos dejaban descansar.
Hoy al fin he tomado una decisión. Los jefes saldrán hoy a una reunión muy importante y nos dejarán solas. Por supuesto, las puertas permanecerán cerradas pero he pensado que lo más posible es que no desconecten el teléfono. Así es, cuando abandonaron la casa fui directa al despacho de la jefa donde se encontraba el único que había en toda la casa. Marqué rápidamente el número de la policía y tal era mi nerviosismo que me confundí y tuvo que volver a repetirlo.

Hablé con una señora muy amable. Le conté la situación en la que nos tenían y me dijo que no me preocupara ni hiciera nada raro, en breves momentos enviarían a una patrulla para detenerlos.

Esperamos durante unos 10 minutos, y entonces oí la voz de mi jefa, hablando con una mujer cuya voz me resultó desconocida. En ese momento entró Pedro, su ayudante. Nos indicó que nos metiéramos todas en el sótano y que no se nos ocurriera hacer ruido, sino tendríamos un grave castigo. “¿Por qué harán todo esto?” pensé, y entonces recordé mi llamada a la policía y me di cuenta que estaban intentando hacer una tapadera. Escuché la conversación de las dos mujeres que se encontraban en el salón:
-Verá usted es que hemos recibido una llamada en la comisaría avisándonos de una red ilegal de prostitución en esta dirección-oí decir a una voz femenina desconocida.
-Debe de tratarse de alguna broma. Aquí sólo vivimos mi pareja y yo.
-Quizás me haya equivocado de dirección aunque espero q no le resulte mal que haga una pequeña revisión a su vivienda, solo por rutina, ya sabe.
-Claro, lo entiendo. Adelante.
Entonces escachamos unos pasos y como se abrían y cerraban puertas. Al cabo de unos instante, les oí hablar de nuevo:
-Ya se lo había dicho, no hay nada.
-Sí, siento mucho las molestias señora.
-Para nada, es su trabajo.

Entonces pensé que esta era mi última oportunidad. Eché a correr, Pedro intento agarrarme pero me zafé y conseguí salir y llegar hasta el salón mientras gritaba:
-”Estamos aquí! ¡Nos tienen encerradas!
En ese instante el policía se dio la vuelta sorprendido.
-¡¡No la crea!!.gritó mi jefa- Se trata de nuestra sirvienta que se le ha ido un poco la cabeza y la tenemos acogida en nuestra casa. Es extranjera la pobre y no tiene donde ir.
Pero en ese instante, todas mis compañeras consiguieron escapar también y alcanzar el salón con Pedro siguiéndolas.
El policía se dio cuenta de la verdad de todo este asunto y detuvo a Esther y Pedro. Nos llevaron a comisaría. Allí nos informaron que nos repatriarían a Rumanía dentro de unos meses. Antes debíamos tomar parte del juicio y dar nuestro testimonio en contra de Esther y los que habían participado en esta red de prostitución ilegal.
En ese momento me dio igual que los encerraron o no, yo sólo quería regresar a mi país con mi familia. Luego comprendí que mi testimonio era importante para evitar que a otras chicas les ocurriera lo mismo.
Conseguimos que el jurado los dictara culpables y la sentencia les obligaba a permanecer durante 15 años en la cárcel. A nosotras nos dieron una indemnización por los daños ocasionados y nos pagaron el viaje de vuelta a nuestros respectivos países.
Nunca creí que pudiera alegrarme tanto de ver a mi familia.
Espero que esta historia no le vuelva a ocurrir a ninguna mujer.

1 comentario:

  1. Es siempre interesante conocer un testimonio de primera mano. El relato ha sido duro pero muy conmovedor. Vuestro trabajo de divulagación muy digno. Gracias por la información.
    Un saludo
    Lydia

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